martes, 18 de mayo de 2010

Lizzie tiene un mal día



Lizzie tiene un mal día


Molesta ya de esa absurda conversación, aburrida de lo mismo una y otra vez con aquel idiota que se denominaba mi novio colgué el celular. Estaba sentada en una banca del parque, suspire decidida a irme al fin y al cabo mi cita no vendría… al parecer tenía mejores cosas que hacer, otra vez. Me levante justo en el momento en que una fuerte brisa me golpeo de pronto.. Hasta pude a ver jurado que casi vuelo por los aires.

Apreté con fuerza el vuelo de mi falda, el viento soplaba con fuerza arruinando mis horas de trabajo con mi rebelde cabellera y queriendo levantar mi fina falda para darle tremendo espectáculo a los transeúntes con mi ropa interior. Mi sombrero salió volando, maldije por lo bajo mientras corría detrás suyo, tropezando y empujando a cuanto desconocido se me cruzaba, amaba ese sombrero… era especial para mi ¡no podía permitirme perderlo!.

Lo vi flotar burlonamente ente mis ojos plateados, me retaba… después de todo levitaba gracias al viento cerca del lago. Corrí velozmente estirando mi mano para sujetarlo pero mi torpeza fue aun mayor cayendo del pequeño puente del parque, las frías aguas del lago me recibieron a mi y a mi escurridizo sombrero.

Resople quitándome sin ninguna muestra de delicadeza un mechón de mi negra cabellera de la cara, no quería ni imaginar como me vería en aquellos momentos con todo el maquillaje corrido, nade hasta la orilla en donde me recibió una fuerte carcajada y era que tenia la mala suerte de que en todos mis peores momentos estuviese presente él. Lo ignore como si de un perro pulgoso y leproso se tratara.

Comencé a caminar con toda la dignidad y vanidad que me era posible avanzar, el ambiente se enfriaba y mi fina vestimenta no me propinaba el suficiente calor para protegerme de alguna enfermedad. Mi cuerpo contra mi voluntad empezó a temblar y para mi sorpresa mi burlón acompañante se despojo de su camisa colocándomela. Estaba impregnada de su aroma y calor, me sentí embriagada casi borracha con aquella colonia masculina… con aquel rastro del calor de su piel.

De reojo ocultando con mi flequillo mi sonrojada cara lo observe, ignoraba el frio caminando únicamente con unos jeas oscuros y sus Convers All Star negros. Me permití mirarlo mas detenidamente, su perfilada nariz, labios sonrosados, ojos grandes y cafés… y esa cabellera rubia revuelta tan descuidadamente. Me miro atrapándome infraganti en un nada sano escrutinio de su persona, sentí como mis mejillas se calentaban más y velozmente mire hacia el frente.

-Se que te gusto-comento el como si de cualquier cosa se tratase.

Murmure millones de maldiciones e injurias en su contra, me di la vuelta lo mire a los ojos sintiendo la cólera dominarme, el orgullo abrazarme y la ira salir como serpiente venenosa de entre mis labios.

-¿A caso crees que un pobre diablo como tu que apenas es un mísero mesero de un bar de mala muerte puede llegar a gustarme?-levante la ceja retándolo a intentar contradecirme.

Aun con esa expresión despreocupada me sonrió, entro sus manos en sus bolsillos, ladeo la cabeza a la vez que me observaba divertido, inclinado hacia atras.

-Puedes tener todo el dinero que quieras bruja, pero lo que te duele es que no puedas comprarme.

-¡Púdrete Lewis!-le lance su camisa y di media vuelta, su mano agarro la mía con fuerza haciendo que girara sobre mis talones con muy poco equilibrio a causa de mis nuevas zapatillas de tacón de aguja, él me atrapo entre sus brazos la fría madera de un roble… no tenía escapatoria y fue entonces cuando lo mire a los ojos y me perdí en sus pupilas, su mirada tan ardiente y penetrante.

Sentí como mi corazón acelero velozmente su ritmo, como mi respiración se volvía dificultosa ante el poco espacio que el me daba. De pronto vi como sus labios se fueron acercando lentamente a los míos, no lo podía creer… debería de abofetearlo ¡humillarlo por tal osadía! Pero patéticamente en lugar de eso cerré los ojos y entreabrí los labios esperándolo ansiosa, anhelando aquel rose con todas mis fuerzas, rezando para que nada arruinara aquel primer beso de ambos.

-Estas que te mueres por mi-abrí los ojos de golpe, Lewis sonreía burlón y satisfecho.

Se aparto de mí entre carcajadas colocándose la camisa sobre su hombro izquierdo y alejándose tarareando alguna canción de rock. Lo observe sintiendo como la vergüenza y furia se apoderaba de mi, apreté los labios, la cabeza empezó a dolerme, la cara a arderme de pura ira y fue entonces cuando estalle gritándole con todas mis fuerzas aun a sabiendas de que él me ignoraría totalmente.

-¡Eres un maldito imbécil!

2 comentarios:

  1. *o* Que lind paraje quiero más!!!

    Porque las chicas somos así? Y é es arrogante pero me encanta Quiero más *hace un berrinche*

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  2. Esta tan genial! ao esa historia!

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