sábado, 27 de febrero de 2010

Estreno de ''Ellas''

Prologo


6 de enero del 2010.

Janet Garrett, jueza reconocida por su paciencia y habilidad en el estrado, respetada y temida pues su forma de dirigir los juicios era precisa y para los más culpables hasta aterradora. Mujer de carácter indomable y nervios de hierro, nunca nada la sorprendía pues aseguraba a ver visto todo lo que se podía ver en cuanto a criminales. Adoraba su trabajo, desaparecer la escoria de las calles era emocionante para ella, verlos sudar en su estrado, nerviosos y aprisionados era un banquete que disfrutaba lentamente. Aquella mañana su agenda se encontraba llena según su asistente, nada raro la verdad. Miraba por la ventana atreves de sus finos lentes mientras daba vuelta entre sus delgados dedos de pianista retirara por vueltas y giros de la vida, sin preocuparse por lo caliente de aquella taza de café seguía dándole vueltas meditando sobre el clima.

-Es hora de la primera pelea de la mañana, Janet.

Tomando un sorbo de su café negro, fuerte y amargo tal y como le gustaba. Cerro los ojos un instante pensando, los abrió despacio, lentamente para volverse a mirar a su asistente, Fernando trabajaba para ella desde hace mas de cuatro años ya y aunque jamás había recibido un aumento de sueldo ni vacaciones pagadas, nunca se había quejado, todo lo contrario, cada mañana, tarde u noche la trataba con la misma confianza y respeto.

-¿Con que empezamos hoy? ¿Un violador? ¿Ladrón? ¿Estafador?-enumeraba mientras se arreglaba el saco y caminaba hacia la puerta.

-En realidad no, se trata de una hacker.

Janet detuvo su mano en la perilla de bronce de la puerta de su despacho, era un lugar confortable. Grandes ventanales con una vista esplendida al parque de la ciudad, detrás de su escritorio de caoba siempre repleto de papales y muy desordenado, un gigantesco cuadro. Siempre había causado polémica los gustos de la jueza Garrett, pues tener una pintura de un hombre desnudo, recostado sensualmente mientras se mordía los labios como si estuviera teniendo un silencioso orgasmo no era algo que se viera todos los días. Pero Janet lo encontraba hechizante, ese brillo en sus pupilas azules, un brillo que solo tenía el deseo, como se mordía sus rojos labios, sus rizos azabaches cayendo sobre su frente, sus rasgos delicados pero tan varoniles, como los de un dios griego. Esa pintura era el único hombre que ella amaba.

-¿Janet?

-Interesante-murmuro ella mirando sonriente a Fernando-Sera divertido.

Fernando negó sutilmente con la cabeza mientras sonreía. A sus treinta y cuatro años jamás había conocido una mujer como Janet, parecía que disfrutaba de los problemas, era excéntrica hasta cierto punto y frívola también. Pero de que era hermosa no había duda, era una de las juezas más llamativas del sistema jurídico y había incluso rumores de que seria ascendida a la suprema corte dentro de un tiempo. Y aquel día Janet tenía el brillo en los ojos, ese brillo que solo tenia cuando estaba de buen humor… algo que no se veía muy seguido la verdad. Lo normal siempre era que Janet se enfureciera ante la ineptitud de la humanidad y arrojara libros y enciclopedias contra su pobre cabeza, Fernando creía que el era amado mucho por dios pues gracias a él nunca uno de esos pesados libros le había llegado a golpear, de lo contrario seguramente hubiera acabado en la sala de urgencias de algún hospital.

Se dirigieron hacia el tribunal, Janet se sentó con su majestuosidad de siempre, era orgullosa y vanidosa también, sabia que era hermosa a pesar de estar entrando a los cincuenta mantenía su figura de reloj de arena, su melena rojo fuego llameaba en delicadas ondas hasta sus hombros, a través de sus lentes su mirada azul de águila penetraba a todos a su alrededor sin timidez alguna. Chasqueo la lengua mientras observaba a la juzgada, alzo las cejas ligeramente sorprendida la verdad.

-Grace Garden, estas acusada de irrumpir en los archivos de la policía estatal, tu escuela, en los del FBI e incluso tuviste la desfachatez de entrar en la computadora del señor Presidente-Janet clavó su glacial mirada en la chica.

Grace la miraba con desinterés, algo intolerable la verdad, además que se le veía esa mirada de superioridad en sus pupilas azul cielo. Tenía el cabello rubio y con ligeras ondas en las puntas, aunque realmente se veía desordenado, su vestimenta era algo hippie, no parecía la clase de chica que se preocupada por gustarle a los demás o por siquiera mostrar sus mejores atributos. Y es que Grace es así, no tiene que enseñar o mostrar nada, no es un trozo de carne a la venta o en alquiler, ella es quien es y no le interesaba rebajarse al nivel de los descerebrados pedazos de materias que solo ocupaban un espacio en el mundo siendo totalmente dispensables, así consideraba ella a la humanidad completa o por lo menos el 99.98% y consideraba que igual estaba teniendo demasiadas esperanzas.

Después de un largo juicio que parecía ya desde un principio estar decidido, Janet se masajeo la frente sintiendo que aquella mocosa le provocaría un fuerte dolor de cabeza.

-¿Entonces no niega a ver entrado a todos esos archivos?-preguntaba como por enésima vez uno de los a bogados.

-Dios, ¿tiene usted un entendimiento tan lento? Creo que he dicho más de veinte veces que ¡Si! Lo hice-la chica soltó un suspiro mientras se cruzaba de brazos.

-¿Sabia usted que el castigo ante su delito seria un reformatorio? ¿Acaso por eso lo hizo? ¿Tan cansada estaba de vivir en un orfanato? ¿Era su forma desesperada de llamar la atención ante el hecho de la muerte de sus padres? ¿Sintió que así se hacia sentir ante el gobierno?

Grace volcó los ojos, y luego clavo su inexpresiva mirada en el abogado. No por nada no era una persona antisocial y su única amiga era su laptop, odiaba las preguntas, detestaba a la gente y sencillamente consideraba ridículas las ideas a las que era capaz de llegar ese abogado, que con su única neurona moribunda intentaba asustarla y hacerla llora, dando un lamentable espectáculo pero si había algo que Grace disfrutaba era invertir lo papeles y divertirse utilizando su genialidad, no por nada era una de las chicas mas listas del estado e incluso posiblemente del país.

-Se el riesgo de todo lo que hago. Mi historia familiar no es secreto para nadie en este tribunal y creo que es patético siendo usted un adulto, supuestamente y no se como profesional intentar herirme, debilitarme sacando esos ‘’fantasmas del pasado’’-con sus dedos hizo unas comillas imaginarias- ¿No será que el hecho de que su esposa lo este dejando por un chico mas o menos de mi edad lo tiene resentido? ¿Podrá ser que simplemente usted en estos momentos quiera desquitar conmigo esa furia que tiene? ¿No es eso muy poco maduro, profesional y ortodoxo?

El hombre quedo boquiabierto ante tal giro ¿De donde había sacado tales cosa aquella chiquilla malcriada? Intentaba recobrar la compostura, no dejarse intimidar.

-No se Srta. Garden de donde pudo a ver sacado tal cosa.

-Yo que usted tendría más cuidado mientras hablo por el celular, no querrá que media ciudad lo escuche gritar su vida privada.

-Srta. Garden nada de eso tiene que ver con este juicio-intervino alzando una ceja Janet.

-Ese es mi punto señoría, la vida privada de este abogado debe quedarse fuera de los tribunales pero es algo que al parecer se pasó él de largo en la universidad. Y no me sorprende. Prácticamente todos los profesionales, universitarios y estudiantes son una vergüenza. La falta de intelecto es notoria en nuestro mundo.

-Ya es hora de un veredicto-anuncio Janet esta vez bastante sorprendida, jamás había escuchado tales palabras ser pronunciadas por nadie y menod por un adolescente, era algo inimaginable-Grace Garden póngase de pie.

Grace obedeció ante la mirada de odio del abogado, sencillamente adoraría ver refundida en un reformatorio a aquella insolente.

-El jurado te encuentra culpable de todos los cargos. Por lo tanto serás enviada al reformatorio femenino ‘’Wilfertor’’ donde también recibirás terapia psicológica-resonando su pequeño martillo Janet dio por finalizado aquel extraño, muy raro juicio.




25 de febrero del 2010.


-Oye Janet-Fernando organizaba el escritorio de su jefa como cada tarde antes de irse.

-¿Dime?-murmuro la jueza acostada en el marco de uno de los ventanales con una pierna balanceándola peligrosamente fuera. Estaba agotada y agradecía no estas casada ni tener una familia, pues solo quería llegar a su departamento, beber una copa de whisky y dormirse hasta el día siguiente. No tenia una pisca de hogareña ni el amor suficiente alzo demás para ello.

-Wilfertor ha de estar muy movido en estos días ¿no cree?-Fernando estaba tan distraído en sus cavilaciones que no se dio cuenta de la montaña de libros que aun estaba en el suelo de madera que callo precipitadamente quedando sepultado debajo d todos ellos.

-Es cierto, con esas cinco Rose tendrá mucho trabajo-Janet dio una bocada a su cigarrillo mientras mencionaba a la directora del reformatorio Wilfertor. Miro indiferente como su asistente intentaba quitarse de encima todos aquellos volúmenes de leyes-Deja de jugar con mis libros Fernando.

-¡No estoy jugando!

Janet volcó los ojos mientras hacia memoria de las extrañas chicas que había conocido en aquel mes. Grace muy rara… Apple definitivamente alguien fuera de sus cávales.

-Apple Callagan no puedes fumar durante el juicio, no en mi tribunal-le riño fulminándola con la mirada mientras la chica la ignoraba olímpicamente.


-¿Por qué no?-la chica con una sonrisa retadora dio otra calada a su cigarrillo. Era pálida, de cabello lacio, algo corto y naranja como una zanahoria. Una chica algo excéntrica si se permitía decirlo.


-Esta prohibido.


-¿Por qué? ¿Quién lo decidió? ¿Y me puede asegurar que quien lo dijo no fumaba también?


La manera en que la chica refutaba todo la sacaba de sus cabales, detestaba a la gente así pero esta sobrepasaba los límites de la cordura también. Janet se bajo del estrado mientras caminaba hacia Apple y le arrebataba el cigarrillo pasándoselo a uno de los guardias mientras miraba molesta a la chica que se limito uncialmente a sonreírle con altanería.


-¿Por qué quemo la casa de sus vecinos Srta. Callagan?-pregunto un viejo abogado después de que Janet se hubo sentado de nuevo en su sillón enfrente del estrado.


-Mataron a mi perro-Apple frunció el seño enfadada, nadie parecía entender que Rockie había sido su mejor amigo, el único real que había tenido y que su odioso y amargado vecino lo había atropellado y no pro accidente.


-Fue un accidente Srta. Callagan ¿en cambio sabe usted que con su historial esto la mandara directo a un reformatorio?


-Se que ustedes seguirás esas estúpidas y absurdas reglas, se que mi perro fue asesinado por un amargado que no ha tenido sexo en años y se que diga lo que diga harán lo que les la gana así que sencillamente hagan lo que quieran. Lo que hice fue cuestión de justicia.

Janet soltó el humo de su cigarrillo formando aros mirando hacia el parque, no sabía de donde habían salido chicas tan raras y descarriadas pero lo extraño era que dentro de sus locuras decían cosas con lógica. ¿Seria que ella también estaría volviéndose loca? ¿Quién no lo esta en este mundo? Cada día, cada hora miles de personas mueren, sufren, lloran y nacen… es un caos total el orden que han tomado las cosas y es normal que la juventud de hoy este haciendo sus propios caminaos por senderos que terminaran por hacerlos sufrir. Parecía que aquello era lo correcto, vivir, sentir y sufrir… la vida estaba llena de sufrimiento escogieras el camino que escogieras no te librarías de lo que el mundo te tenía preparado. ¿Cómo le iría a Camelon en este mundo? Porque aunque la chica quisiese ocultarlo era demasiado susceptible hasta cierto punto y muy fuerte hasta orgullosa para admitir que necesita ayuda.

-Les robaste a tus padres Camelon, asaltaste una tienda con ese grupo de pandilleros. Todo eso tiene un precio a pagar.


-Necesitaba el dinero…


-Para drogarte, para beber. Para hundirte más.


La chica se había mordido el labio testarudo mirando al joven abogado que pretendía mandarla a un reformatorio por ratera. Su piel sumamente pálida casi como la tez que tendría un vampiro si existente, ojos avellana suspicaces, el pelo rojo fuego y el carácter como dice el dicho “mas terca que una mula”. Se cruzo de piernas, llevaba una minifalda negra que rebelaba sus delgadas y esbeltas piernas.


-¿Qué sabe usted realmente? ¿Cree que porque tiene un titulo que lo respalda es mejor que yo?-se acerco al rostro del abogado, seductora mordiéndose el labio de forma provocadora-déjeme decirle algo, usted no mas que un idiota-Sonrió satisfecha-Y me haría un gran favor si dejara de mirar mi escote, aunque se que es una muy buena vista.


El joven abogado se había sonrojado ante aquello, tragando en seco ante la mirada sorprendida del jurado, la burlona de Camelon y la estricta y penetrante mirada de la jueza Garrett. La chica no tenía vergüenza alguna, era una víbora.

-Por fin-Fernando se acerco cojeando hacia su jefa que seguía mirando el vacio mientras fumaba, en aquellas ocasiones se veía hechizante hasta mística.

-¿Terminaste?-Janet lo miro haciéndolo sonrojar pues lo hacia cachado mirándola de una forma no muy ética.

-Si…-aparto la mirada avergonzado.

Janet se levanto del marco y camino descalza sobre la alfombra beige que cubría todo el suelo del despacho, pareces de madera caoba, en el techo lámparas algo futuristicas, una mezcla de estilos que parecían no encajar pero que si lo hacían a la misma vez… el lugar era como la misma Janet. Esta miro el estante que estaba justo en la pared de enfrente a su escritorio, libros y libros de leyes, de filosofía, de cómo vivir tu vida ¿Pero acaso la vida sigue estándares? Janes se sentó en uno de los cómodos sillones negros que había para los invitados enfrente de su escritorio, se colocaba perezosamente las zapatillas de tacón de aguja. Su mirada seguía clavada en el estante, sabía que Fernando la esperaba, ambos Vivian en el mismo edificio y solían irse juntos mas desde que el auto de Janet estaba en reparación y tenían que compartir transporte. Su mente seguía rondando en aquellas cinco chicas… ahora mismo en una de ellas en especial: Tania ¿acaso su vida había seguido las leyes? Ni siquiera quería revivir el momento del juicio… había sido hasta doloroso escucharla, ver como aquel insensible energúmeno de abogado lograba que ella dijera su pasado… Sus labios le temblaron al recordarla, era una chica muy guapa que pudo a ver tenido un mejor destino ¿Acaso ella lo había elegido todo para remediar karma de vidas pasadas? ¿Acaso simplemente le había tocado? ¿solo había sido una victima de la suerte y el azar? Podía recordar perfectamente su rostro, su tez clara, sus ojos negros delineados del mismo color su larga melena azabache, su rudo y salvaje carácter.

-¡¿Quiere verme llorar idiota?! ¡Pues métase esto en su cabezota! ¡no lloro por nada perro!-Se había levantado furiosa de su asiento.


-Las preguntas no han acabado Srta.- respondió inalterable el nuevo abogado.


-¿Sabe que?-pregunto con rabia Tania, realmente odiaba a aquel imbécil-Puede meterse sus preguntas por donde mejor le parezca.


-No me ofenden sus palabras, no se puede esperar más de una chica de barrio sin educación y pandillera. Seguramente toda tu familia es igual que tu.


Esa era la gota que reventaba el vaso (si que lo hacia estallar en pedacitos) se abalanzo contra aquel idiota encestándole tremendo puñetazo, los guardias la sujetaron pero estos también se llevaron sus buenos golpes. Era Tania después de todo, líder de una de las pandillas más peligrosas, hermana menor de un conocido pandillero que había causado temor en todo el estado. Lo llevaba en la sangre según muchos estúpidos que no sabían ni mierda de su vida, que no conocían nada de su pasado ¿Acaso creían que ella y su hermano habían querido ser lo que eran? No sabían nada de su familia ni de ella.


-¡No vuelvas a hablar de mi familia! ¡Si algo de ellos vuelve a salir de tu podrida boca juro que te reviento!-forcejeaba como toda una luchadora entre los brazos de mas de cinco guardias.

-Es hora de irnos Janet-Fernando ya estaba listo, esperándola. Mirándola con preocupación desde la puerta, ella no solía ser tan pensativa.

-Estoy lista-se levanto tomando su grueso abrigo rojo, esquivó la mirada inquisitiva de su asistente mientras abandonaba la oficina y esperaba que el cerrase la puerta con llave.

Caminaron en silencio hacia el estacionamiento, mientras la mente de la jueza Garrett seguía girando entorno a los misterios de la vida. ¿Para que vivimos? ¿Vale la pena realmente existir? ¿Somos el títere de algún ser superior? ¿Cuándo pasábamos la línea de vivir a existir? Izzy, el nombre llego solo a su mente. Sus ojos marrón chocolate delineados, su cabello corto negro con mechones pintados de castaño, su forma de verla vida. Simplemente no le importaba nada.

-Las pruebas indican que intentase matar a tu padre.


-¿Y?-miro fríamente a la abogada.


-¿Admites tu crimen?


-¿Quieres encerrarme? ¿Eso te dará satisfacción? Si así es adelante, no me importa lo que decidan, la vida ya es una mierda de por si, no creo que nada pueda empeorar la falta de control que tenemos sobre ella desde que nacimos.

-¿Crees que ellas cinco puedan ser amigas?- Janet lo pregunto de pronto mientras Fernando ponía el BMW en marcha.

-Son muy diferentes, no lo se-medito mientras sacaba el auto del estacionamiento.

-Se complementan, ¿no crees?

-Son solo son cinco chicas problemáticas Janet, no se porque les prestas tanta atención.

-Porque creo que tienen cada una historia que contar-Janet suspiro mirando por la ventanilla den auto, veía como todo mundo iba rápido, todos tenían algo que hacer siempre. ¿Asa debían de ser las cosas no? Un constante ciclo.

-Ahora están en Wilferton, son responsabilidad de Rose y ella hará lo mejor para ellas.

-¿Qué es lo mejor para quien?-Janet lo miro a los ojos y Fernando nos upo como responder aquello solo siguió conduciendo en silencio.

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